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Alemania histórica: La Mannschaft y el Milagro de Berna

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Después de ser excluida de la Copa del Mundo de Brasil 1950, la selección alemana gestó en Suiza cuatro años después, una de las historias más inspiradoras para el país. Vencieron en la gran final a la poderosa Hungría de los Magiares y así inició la grandeza de la ahora potencia mundial.

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La Copa del Mundo de Suiza 1954 representaba el regreso de la Alemania Federal a las competencias internacionales luego del veto impuesto por la FIFA tras los hechos ocurridos en la Segunda Guerra Mundial. Un equipo renovado y sin grandes nombres fue dirigido por Sepp Herberger, técnico que vivía su segunda etapa al frente del combinado teutón. El equipo de Alemania Federal era una de las 16 naciones participantes y fue instalado en el Grupo B de la competencia, donde compartió el sector con Turquía equipo al que venció en su debut 4-1.

El segundo duelo fue una pesadilla al ser humillados 8-3 por la Hungría de Ferenc Puskás y Sandor Kocsis, el gran favorito para ceñirse el título de aquella justa mundialista, este resultado escandaloso obligó a enfrentar de nueva cuenta a Turquía, equipo al que arrollaron 7-2 con una actuación sobresaliente de Max Morlock quien anotó tres goles. En cuartos de final doblegaron a Yugoslavia con un marcador de 2-0 y en semifinales vapulearon a Austria con un 6-1 que los catapultó a su primera final en su historia. La mala noticia es que el rival en aquel partido por el campeonato sería la Hungría que ya los había humillado en el certamen.

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La cita con la historia llegó el 4 de julio de 1954, el Wankdorfstadion de Berna fue el escenario para definir al campeón del mundo de ese año. Alemania Federal contra Hungría ante más de 60 mil espectadores, partido que en el papel parecía un mero trámite al llegar el conjunto de Puskás como amplio favorito. Nadie apostaba por los alemanes y el país entero recién afectado por la resaca de un enfrentamiento bélico sabía que sólo un milagro podría darles una alegría.

El partido empezó como se esperaba, apenas habían corrido ocho minutos del encuentro cuando la mejor selección del mundo ya ganaba dos por cero con goles de Ferenc Puskás y Zoltán Czibor. Desde el inicio del juego la lluvia fue su acompañante, una atmósfera nada promisoria para el cuadro teutón pero los Magiares mágicos se relajaron y llegó la reacción con el tanto del goleador Max Morlock sólo dos minutos después del segundo gol húngaro. Esa anotación fue esperanza, misma que se confirmaría con otro gol alemán, al minuto 18 Helmut Rahn empató el juego ante la mirada incrédula de los asistentes y el clamor de millones de alemanes que escuchaban el juego a través de la radio.

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En la segunda parte el cuadro de Hungría se fue vorazmente al ataque, haciendo alusión a sus grandes gestas en juegos olímpicos y en partidos internacionales bombardearon de balones el marco alemán. Ahí se encontraron con el portero Toni Turek que se convirtió en una muralla impasable, todos los embates terminaban desviados por el guardameta o en sus guantes. Pero seis minutos ante del final una Alemania Federal que parecía moribunda reaccionó, de nueva cuenta Helmut Rahn marcó para sorpresa del mundo. Hungría buscó anotar el empate pero el tiempo se le acabó y así se gestó una de las remontadas más alucinantes en la historia del fútbol: El milagro de Berna. El primer título mundial de Alemania ante una Hungría que vio terminada su racha de 33 juegos sin perder en un lapso de tres años.  

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